Descubrir que mi hijo hace bullying en el colegio puede ser una de las noticias más difíciles de asimilar como padre o madre. No es lo que esperas, no es lo que deseas, y desde luego no es un motivo de orgullo. Sin embargo, negarlo o quitarle importancia no hará que el problema desaparezca. Es el momento de actuar con cabeza, corazón y mucha responsabilidad. Porque sí, se puede reparar el daño, pero hace falta compromiso y valentía.

El bullying no es una «travesura» ni una «etapa rebelde». Es una conducta dañina que puede dejar huellas profundas en quien lo sufre y también en quien lo provoca. Si tu hijo es el que agrede, no estás solo. Muchos padres se enfrentan a esta situación y, aunque no hay una fórmula mágica, sí hay pasos concretos que puedes seguir para reconducirlo. Aquí van unas cuantas claves para transformar un mal momento en una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.

Si un niño sufre bullying, nuestra responsabilidad es estar a su lado, ayudarle a superarlo y evitar que lo siga sufriendo. Pero, ¿qué pasa con los niños que son los agresores? Ellos también merecen ser ayudados y entendidos. Ellos también merecen las herramientas para salir de esa conducta que daña a los demás, pero también a ellos. 

Mi hijo hace bullying: cómo actuar sin perder los nervios (ni el amor propio)

Lo primero, resiste la tentación de decir: «Mi hijo no haría algo así». Puede que sí lo haya hecho y no pasa nada por admitirlo. Negarlo solo retrasa lo inevitable. Aceptar los hechos es el primer paso para cambiar las cosas.

Una vez superado el susto inicial, toca hablar. No sermonear, sino hablar. Escucha a tu hijo con atención, sin gritarle, sin ponerle etiquetas como «abusón» o «malo». Es probable que ni él mismo entienda por qué lo ha hecho. Puede que sea por presión de grupo, por inseguridad, por imitación… La clave es abrir un canal de comunicación real, honesto y sin juicios.

Ahora bien, si te ves en la situación en la que mi hijo hace bullying, toca asumir responsabilidades. Tu hijo debe entender que sus actos tienen consecuencias. Si el colegio impone una sanción, debe cumplirla. Si es necesario pedir disculpas, debe hacerlo. Y si se requiere apoyo psicológico, no lo dudes: pedir ayuda profesional es un signo de inteligencia, no de fracaso.

Como padre o madre, también es importante hacer autocrítica. ¿Hay comportamientos agresivos en casa? ¿Se refuerzan conductas negativas sin querer? Este es un buen momento para revisar dinámicas familiares y reforzar valores como la empatía, el respeto y la convivencia.

Por último, recuerda que esto no define a tu hijo para siempre. Cometer errores es humano. Lo importante es lo que se hace después. Con acompañamiento, amor firme y mucha constancia, puedes ayudarle a convertirse en una persona más consciente y respetuosa. Porque sí, incluso de un mal acto, puede salir algo bueno.